LAS 100 MEJORES POESÍAS DE LA LÍRICA EUROPEA

BRINDIS de FRANCE PREŠEREN

 

          I - TEXTO: https://fr.wikipedia.org/wiki/Zdravljica

 

ZDRAVLJICA

 

Spet trte so rodile,

prijat'lji, vince nam sladkó,

ki nam oživlja žile,

srcé razjasni in okó,

ki utopi

vse skrbi,

v potrtih prsih up budi.

 

Komu narpred veselo

zdravljico, bratje! č'mo zapet?

Bog našo nam deželo,

Bog živi ves slovenski svet,

brate vse,

kar nas je

sinov sloveče matere!

 

V sovražnike 'z oblakov

rodu naj naš'ga trešči grom;

prost, ko je bil očakov,

naprej naj bo Slovencov dom;

naj zdrobé

njih roké

si spone, ki jih še težé!

 

Edinost, sreča, sprava

k nam naj nazaj se vrnejo;

otrók, kar ima Slava,

vsi naj si v róke sežejo,

de oblast

in z njo čast,

ko pred, spet naša boste last!

 

Bog živi vas Slovenke,

prelepe, žlahtne rožice,

ni take je mladenke,

ko naše je krvi deklé;

naj sinóv

zarod nov

iz vas bo strah sovražnikov!

 

Mladen'či, zdaj se pije

zdravljica vaša, vi naš up;

ljubezni domačije

noben naj vam ne vsmrti strup;

ker zdaj vas

kakor nas

jo srčno branit' kliče čas!

 

Živé naj vsi narodi,

ki hrepené dočakat' dan,

da, koder sonce hodi,

prepir iz sveta bo pregnan,

da rojak

prost bo vsak,

ne vrag, le sosed bo mejak!

 

Nazadnje še, prijat'lji,

kozarec zase vzdignimo,

ki smo zato se zbrat'li,

ker dobro v srcu mislimo.

Dokaj dni

naj živi

Bog, kar nas dobrih je ljudi!

 

 

 

 

 

 

 

          BRINDIS

 

 

 

Amigos, las viñas han hecho renacer

para nosotros este vino cabezón

que sabe animar la sangre a la fiesta,

esclarece el corazón y los ojos,

limpia todas

las preocupaciones

y da esperanza a las almas agotadas!

 

 

 

 

Este brindis feliz, inaugural,

¿a quién se lo ofreceremos, hermanos?

¡Bebamos por nuestra dulce tierra!

¡Que Dios proteja de todo mal

a nuestros semejantes,

innumerables,

hijos de una madre memorable!

 

 

 

 

Que el rayo caiga de los cielos

sobre todos los que nos odien;

como en tiempos de nuestros antepasados

libre sea el país esloveno;

que cada uno

con sus manos

ayude a romper las últimas ataduras!

 

 

 

 

 

Que entre nosotros regresen

unidad, concordia y alegria;

que los hijos de Slava

se cojan todos de la mano

porque el poder

el honor y la gloria

reencuentren su lugar entre lo nuestro.

 

 

 

 

 

Dios os guarde, Eslovenas,

nobles florecillas bellísimas;

no hay hija tal

cual la hija de nuestra sangre;

¡que vuestros hijos,

nueva descendencia,

sean el terror de los enemigos!

 

 

 

 

 

Ahora, jóvenes, bebamos

a vuestra salud, que sois nuestra esperanza;

que ningún veneno mate en vosotros

el amor de la patria;

porque después de nosotros

el tiempo os

llamará a defenderla valientemente.

 

 

 

 

 

Vivan todos los pueblos

aspirando ver el día

allí donde el sol sigue su curso,

la lucha del mundo será desterrada,

donde todo ciudadano

será libre por fin

y no enemigo, sino vecino será el fronterizo!

 

 

 

 

 

Para concluir, queridos amigos míos,

por nosotros mismos alcemos los vasos,

Nosotros, corazones puros con pensamientos claros

que hemos llegado a ser hermanos.

Que nos sean dadas

larga vida, salud,

hombres de buena voluntad.

 

 

 

          (Traducción del comentarista a partir de la traducción al francés de Viktor Jesenik et Mark Alyn)

 

 

 

 

 

          II: COMENTARIO - En 1991, el estado federado yugoslavo de Eslovenia declaró su independencia. Por vez primera en mil años, acaso en toda su historia, los “hijos de Slava” se constituyeron en un país autónomo, dotándose a sí mismos de una serie de símbolos nacionales representativos de su soberanía. Uno de ellos, el que nos interesa ahora, fue la letra oficial de su himno. Coincidiendo con el 150 aniversario de la composición del poema que ahora comentamos, en 1994 el parlamento esloveno consagró por ley como himno nacional la septima estrofa -“Živé naj vsi narodi / Vivan todos los pueblos”- de una de las más famosas composiciones, “Zdravljica / Brindis”, del que es considerado el poeta nacional esloveno, France Prešeren.

     Prešeren escribió este poema en 1844, una época tumultuosa en Europa y Eslovenia, en una situación parecida a la que iba a tener 150 años después. Los deseos de independencia -entonces del Imperio Austriaco- que manifiestan estos versos fueron acallados por la fuerza en 1848 y, de hecho, la censura ya había impedido que el “Brindis” fuera publicado junto al resto de los poemas de su autor en la edición de sus obras completas de 1847. Hoy en día, en cambio, ese primer verso de la séptima estrofa figura, incluso, en una inmensa escultura de la Plaza Schuman de Bruselas, traducido a más de 20 idiomas europeos, en lo que podemos considerar una exaltación voluntarista de las posibilidades ecuménicas del nacionalismo predicadas por una determinada concepción de la Unión Europea.

     Sin embargo, el “Brindis” de Prešeren incluye mucho más que eso; no respondería, de lo contrario, al espíritu de su tiempo. En esos mismos versos el poeta lanza igualmente maldiciones sobre los enemigos de Eslovenia -”Que un rayo caiga de los cielos...”- y halaga a las madres eslovenas no solo por su belleza sino, sobre todo, porque sus hijos serán “el terror de los enemigos”. Al fin y al cabo, ellos serán más adelante los que habrán de “defender valientemente” su tierra natal. Como La Marsellesa o cualquier otro himno de la época, el enaltecimiento de la propia patria solo se concibe en lucha contra un enemigo externo. Por muchas vueltas que se le dé, el “Brindis” de Prešeren es un himno bélico, que invita a luchar contra los opresores de la nación eslovena, los innominados austriacos en este caso. El nacionalismo nunca ha sido pacifista.

     En cualquier caso, no es de extrañar, al margen de la exaltación patriótica, tan propia de la época y, en este sentido, tan tópica, la fama de este poema, cuidadosamente construido para presentarse, sin embargo, como un desahogo emocional improvisado en un ambiente festivo.

     Prešeren compone un original carmen figuratum, un poema que, a la manera de algunos ejemplos antiguos que aquí ya hemos comentado -el Laus crucis” de Rabano Mauro-, y como antecedente de tantos otros poemas vanguardistas posteriores, refleja en su propia forma gráfica el contenido que pretende expresar. La disposición de los versos en cada una de las estrofas originales de este poema dibuja la forma de una de esas copas que se alzan en ese momento para brindar por Eslovenia. Pero no es ese el único rasgo de maestría y sofisticación formal de Prešeren. Tanto o más relevante es la cuidada disposición del contenido a lo largo de todo el texto.

     Las dos primeras estrofas presentan la introducción al “brindis”. El poeta intenta crear la impresión de que se ve obligado a improvisarlo en una reunión de amigos y que, tras un momento de reflexión en el que divaga sobre el propio vino, decide finalmente brindar por la patria de todos los presentes, por Eslovenia. Las dos siguientes estrofas concretan sus deseos: rechazo de los enemigos actuales y recuperación del pasado perdido. Dos estrofas más están dedicadas a las mujeres y los jóvenes eslovenos, que representan el futuro de progreso y libertad de la patria. Ya en la parte final, la séptima estrofa, amplía el eco eco de la primera: lo que el poeta quiere para su patria es lo que quiere para el mundo entero. Es el momento más atractivo, moderno y con mayor proyección de futuro del poema, los versos en los que el poeta hace confluir sus anhelos de libertad nacional para Eslovenia con los ideales de libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución Francesa. La última estrofa, por fin, conclusión de ese brindis ficticio que se abría en la primera, resume el ideal de hermandad y buena voluntad que hace de este poema algo mucho más interesante y atractivo que una mera canción de orgullo patrio e incitación a la violencia.

     En la Europa de 1848 los anhelos nacionales de Eslovenia no iban mucho más allá de una autonomía política dentro del Imperio Austriaco y un reconocimiento oficial de la lengua y la cultura eslovenas. Así fueron presentados de forma oficial al parlamento de Viena en marzo de 1848, sin que sus demandas fueran atendidas. Por el contrario, la guerra abierta en Hungría ese mismo año y la represión subsiguiente de todos los movimientos nacionalistas en Europa, impidió el desarrollo natural de la cultura eslovena hasta el desastre final de 1914. Esa incapacidad de todos los grandes imperios europeos del siglo XIX para integrar dentro de su desarrollo histórico la voluntad nacional de las pequeñas regiones que los formaban está detrás de la destrucción de Europa en el siglo XX. Tal vez la inclusión de un fragmento internacionalista de Prešeren en el himno nacional de un país de la Unión Europea quiera decir que la ruina no ha sido definitiva y que hemos aprendido algo en estos dos últimos siglos. [E.G.]