DOS TROVADORES ITINERANTES DEL SIGLO XIII

WALTER von der VOGELWEIDE - SORDELLO da GOITO

 

    El éxito de la lírica provenzal a lo largo del siglo XII fue definitivo, convertida en una forma poética estandarizada para la manifestación literaria de los sentimientos en toda Europa y proporcionando modelos de prestigio que se difundieron desde sus orígenes pirenaicos con una rapidez y homogeneidad inéditas. El hecho de que se tratara de una poesía en lengua popular y que, sin embargo, fuera concebida para uso y disfrute de la nobleza fue, sin duda, su mayor logro. La lírica provenzal permitió de pronto, a mediados del siglo XII, ofrecer a las cortes de mayor prestigio de la Europa más desarrollada, a través de un texto a la vez culto y comprensible, una manifestación estandarizada de los sentimientos más apreciados y más profundamente asumidos en la época. La influencia de Leonor de Aquitania, nieta de Guillermo IX, el primer trovador, en las cortes de Francia e Inglaterra y el papel de sus hijas en otras regiones europeas como Flandes, Champaña, Nápoles o Castilla, favoreció la difusión de esta modalidad artística, que mantuvo su vigencia durante varios siglos.

    Por otra parte, el hecho de que la lengua utilizada originalmente en esta poesía fuese el provenzal, una variedad romance desligada de un poder político concreto, facilitó tanto su aprovechamiento por escritores de cualquier territorio, que la sentían como puramente literaria y semejante en ese sentido al latín, como su sustitución en las zonas más periféricas por otras lenguas vernáculas como el portugués o el alemán. De este modo, un siglo después de los primeros poemas del duque de Aquitania, dos trovadores itinerantes, uno austriaco, Walther von der Vogelweide, y otro lombardo, Sordello da Goito, ofrecen perspectivas paralelas de lo que en su momento supuso una de las mayores renovaciones de la lírica europea en toda su historia.

    En las décadas iniciales del siglo XIII, aunque todavía pueden hallarse algunos trovadores aristócratas, incluso de la alta nobleza como los propios reyes Alfonso II de Aragón o Ricardo I de Inglaterra, la mayoría son ya profesionales de la poesía, es decir, escritores ajenos a esa alta clase social para la que trabajan. Esta es una de las razones, acaso la principal, por la que a la hora de trazar la biografía de estos poetas apenas contamos con noticias fidedignas sobre su vida y su obra. De los orígenes de Walter von der Vogelweide, de hecho, apenas se sabe otra cosa que lo que se presupone a partir de su apellido: que nació, tal vez hacia 1180, en una “pajarera” austriaca (Vogelweide: lugar de cría o captura de pájaros). ¿Pero fue, en efecto, el ducado de Austria su patria? ¿Era hijo de un criado o de uno de los miembros de la baja nobleza responsables del vogelweide? ¿Dónde estaba emplazada exactamente esa “pajarera”? Nada se sabe, como no se sabe nada con seguridad, tampoco, de los orígenes familiares y estamentales de Sordello da Goito. En cualquier caso, cerca de Corte Sereno, en las proximidades de la ciudad lombarda de Mantua, podemos visitar aún hoy los restos del castillo de Goito, donde se supone que nació, hacia 1200 este trovador provenzal. ¿Quiénes fueron sus padres? Acaso uno de los soldados de la fortaleza, en todo caso alguno de los militares de bajo rango allí estacionados. El poeta nunca aludirá, al igual que Vogelweide, a sus antepasados, lo cual por si solo ya indica también el poco interés que tenía para él mencionarlos.

    En cualquier caso, tanto el austriaco como el lombardo hubieron de aprender las técnicas, procedentes del extranjero, que harían famosa su poesía. De Vogelweide se sabe que pasó sus años de aprendizaje durante la última década del siglo XII en Viena, en la corte de Federico I de Babenberg, que murió en 1198. Quienes han estudiado su poesía mencionan sus vínculos literarios con Reinmar von Hagenau, uno de los primeros minnesängers. Reinmar era natural de Alsacia, donde hubo de conocer el éxito que en la segunda mitad del siglo XII ya habían conseguido los trovadores provenzales en las cortes francesas de Champaña y  Flandes . No está claro que la relación entre ambos poetas fuera la de maestro-discípulo pero se conservan poemas en los que Vogelweide se lamenta por la muerte de su predecesor.

    De Sordello, por su parte, nos ha llegado un intercambio de estrofas con Aimeric de Peguilhan, un trovador occitano de la región de Toulousse que había tenido que emigrar al sur de los Alpes durante la cruzada contra los albigenses. Con él Sordello coincidió en la corte de Azzo VII d’Este en Ferrara hacia 1220, y de allí marchó a Verona, junto al conde Rizzardo di Sambonifacio, época en la que compuso “partimens” con Guilhem de la Tor, otro trovador provenzal que se movía también por el valle del Po. Vemos pues que, en el caso de Sordello como en el de Vogelweide, nos encontramos con escritores, originarios de regiones ajenas a la tradición literaria que va a hacerles famosos, que van a tener que adoptar, por tanto, los modelos y las técnicas literarias, e incluso la lengua en el caso de Sordello, de una lírica extranjera estandarizada.

    De algún modo, a principios del siglo XIII, Vogelweide ya era un trovador famoso en las cortes feudales del Danubio. El propio poeta nos da a entender que para entonces ya ha viajado mucho por Centroeuropa y ha conseguido ser reconocido en diversas cortes señoriales. Sin embargo, solo de su estancia en la del landgrave Hermann I de Turingia, en el corazón del Sacro Imperio, se conoce algún dato más concreto de forma indirecta, a través de las alusiones irónicas referidas al propio Walther que aparecen en los poemas de otro gran minnesänger, Wolfram von Eschenbach, que lo conoció personalmente. De sus alusiones se saca en claro que Vogelweide tuvo problemas con los caballeros turingios e incluso fue llevado a juicio a cuenta de un caballo que le había arrancado un dedo a otro caballero de un mordisco, lo que le acarreó al poeta una multa de pago problemático.

    A pesar de esta pintoresca anécdota, en la actualidad encontramos una diferencia fundamental a la hora de establecer la biografía de estos dos escritores: la casi absoluta falta de información sobre la vida privada del alemán. Aparte de todo lo que ya hemos dicho que desconocemos, lugar y fecha de nacimiento, familia o educación, no sabemos tampoco si se casó o no, si tuvo descendencia o dónde transcurrió la mayor parte de su vida. No ha llegado hasta nosotros ningún tipo de biografía suya de la época ni recopilación documental alguna. De hecho, la única mención notarial que nos podría presentar un especialista sobre el poeta más importante de la Edad Media alemana es una nota de pago de 1203 de uno de sus señores, el obispo de Passau Wolfger de Erla, que dice: “A Walther, el cantor de Vogelweide, cinco sueldos para una pelliza”.

    De la vida privada de Sordello da Goito, en cambio, disponemos de mucha más información ya que, como trovador provenzal que fue, se redactaron al menos dos biografías que han llegado hasta nosotros. A partir de ellas conocemos los detalles, por ejemplo, de un secuestro que protagonizó hacia 1225. Al mando de unos cuantos hombres de su patrón de entonces Ezzelino III da Romano, señor de Treviso, raptó a Cunizza, hermana de este y esposa del mencionado Rizzardo. Al parecer la razón del rapto no fue amorosa, como luego ha querido la tradición, sino que respondió a la ruptura del pacto entre los Da Romano y los San Bonifacio que había propiciado el matrimonio de Cunizza. Aun así, parece que Sordello mantuvo con ella una relación sentimental, que fue más allá de lo literario. Y de acuerdo con esas mismas “vitas” provenzales, el poeta se casó en secreto muy poco después, hacia 1227, con Otta di Strasso, de una noble familia véneta, sin que tengamos ninguna noticia más al respecto.

    Estos datos bien conocidos de la vida de Sordello así como lo poco que sabemos de Vogelweide nos muestran que sus vidas estuvieron condicionadas en todo momento por sus relaciones con diversos nobles más o menos importantes, que en el caso alemán conocemos tan solo por las menciones de sus poemas. Son, aparte de los ya citados, el conde Thierry II de Catzenellenbogen, el duque Bernardo de Carintia o el arzobispo Engelberto de Colonia, así como varios emperadores germánicos a los que me referiré más adelante. En el caso de Sordello, su biografía va a depender también de los diferentes señores a los que servía. En 1229 ya había dejado la corte de Ezzelino III siguiendo a otros nobles y, buscando su propia fortuna como trovador y cortesano, se fue moviendo por toda la Europa mediterránea, desde la Castilla de Fernando III y el Aragón de Jaime I hasta la Provenza de Ramón Berenguer IV.

    Sin embargo, no debemos pensar que el oficio del trovador se limitaba a la composición de finos poemas de amor o de groseras pullas contra sus enemigos personales. El poeta puede llegar a tener también un papel importante en la política feudal de sus señores, para quienes tener una pluma hábil y famosa a su servicio puede resultar muy valioso. Por ello, desde su juventud encontramos versos de Vogelweide que pueden considerarse “políticos” en la medida en que toman partido a favor de alguno de los bandos que se disputaban el trono imperial. Hay poemas suyos de los últimos años del siglo XII a favor de Felipe de Suabia, pretendiente al trono imperial de la dinastía Hohenstaufen. Lo cual no impide que, asesinado Felipe en 1208, Walther pase a elogiar en parecidos términos a su oponente, Otón IV, coronado al año siguiente y, del mismo modo, poco después, a Federico II, el enemigo de este. El hecho de que el poeta tenga tan pocos reparos para cambiar de bando y de que los monarcas reciban sus versos con tan pocas reticencias, habla tanto del prestigio personal del poeta como de la escasa relevancia real de estos versos de circunstancias. Del mismo modo, su constante rechazo de la política papal y su defensa de los intereses del emperador tampoco parecen indicar mucho más, por parte del poeta, que el origen del dinero que le permitía seguir componiendo.

    Esta colaboración con el poder político conlleva en ambos casos un ascenso social que permite a estos dos trovadores, aunque en mayor medida a Sordello, encaramarse al estamento nobiliario mediante el logro de algún feudo que, a la vez, permitía al poeta un sustento seguro al margen de su labor literaria. En el caso de Vogelweide esta recompensa parece haberle llegado por fin con el advenimiento al trono imperial de Federico II a partir de 1212, cuando el poeta tenía unos 35 años. No llegamos a saber con seguridad dónde se encontraba el feudo que recibe e incluso si esa donación imperial se limitó a una gratificación en metálico; sin embargo la creencia común es que Vogelweide llegó a poseer un feudo en la región de Wurtzburgo, razón por la que habría sido enterrado en Neumünster, donde al parecer todavía podía visitarse su tumba en el siglo XIV. En cualquier caso, debemos anotar que el propio poeta se queja amargamente de lo poco que le reporta esa recompensa.

    También Sordello había sido ya premiado con alguna propiedad por el conde Ramón Berenguer hacia 1240, es decir, más o menos con la misma edad que Vogelweide, pero el éxito cortesano del poeta padano va a ser mucho mayor. Nombrado en algún documento notarial de la época entre los barones importantes de Provenza, Sordello mantuvo una posición destacada en esa corte con la llegada al trono de su heredero, Carlos I de Anjou, en 1245, con el que volverá a Italia cuando este toma las armas contra los Hohenstaufen, herederos de ese mismo Federico II de Vogelweide, en su lucha por el reino de Nápoles. Finalmente, en torno al año 1269, tras recibir nuevos feudos del monarca francés, como los castillos de Monte Odorisio y Civitaquana en los Abruzos, Sordello moría allí sin descendencia. De la muerte de Vogelweide de nuevo no sabemos nada. Se supone que había tenido lugar poco después de 1227, dando por hecho que hay una última referencia en su poesía a acontecimientos bélicos relacionados con la convocatoria de la sexta cruzada en esa fecha.

    Una de las características típicas de estos poetas de principios del siglo XIII es su vagar itinerante por amplias zonas de Europa donde la lengua de sus poemas puede ser entendida por las personas a las que sirven. El ámbito geográfico de Vogelweide está vinculado a las modalidades literarias del alemán de la Edad Media, lo que le permite trabajar tanto en la corte de Viena como en la dieta imperial de Nuremberg o en el obispado renano de Colonia. Sordello, al usar el provenzal como lengua de cultura literaria, tanto puede ponerse al servicio de los grandes señores italianos del Véneto y el Po como de la alta nobleza castellana, aragonesa y, por supuesto, provenzal.

    En cuanto a su relevancia poética, en el caso de Walther von der Vogelweide hay que tener en cuenta que en el Imperio la lírica del amor cortés hubo de adaptarse a una nueva lengua, de origen no latino sino germánico. Este proceso fue llevado a cabo de forma muy rápida en la segunda mitad del siglo XII en la zona del Rin, donde las cortes francesas y alemanas compartían, y muchas veces disputaban, un territorio común. De allí, Reinmar de Haguenau había trasladado esta poesía basada en la Hohe Minne (el fin’ amors de los provenzales) a los territorios del Danubio, donde coincidió con el joven Vogelweide. Este, sin embargo, destaca por ampliar el registro poético a un tipo de amor menos ligado a los modelos corteses provenzales, lo que se conoce como Niedere Minne o Canciones de doncellas. Por lo que a Sordello respecta, lo primero que debemos decir es que, por más que en su momento llegara a alcanzar una posición social más alta que la del austriaco, su poesía carece de la relevancia artística de su coetáneo. El propio hecho de que, pese a su origen lombardo, utilice como lengua poética el provenzal nos está hablando de un poeta mucho menos innovador que Vogelweide. De hecho su texto más famoso es el Llanto por la muerte de don Blacatz, elogio fúnebre bastante tópico de un señor provenzal que protegía a los trovadores, escrito hacia 1237 en estilo satírico.

    A partir de la segunda mitad del siglo XIII, los poemas líricos de Vogelweide alcanzaron una gran fama entre sus sucesores y se han conservado en numerosos manuscritos como el célebre Codex Manese, la mayor recopilación de poesía de los minnesängers que ha llegado hasta nosotros. La fama actual de Sordello, en cambio, se ha visto lastrada por el hecho de que, siendo italiano, compuso en una lengua hoy francesa. Sin embargo, esto no parece haberle importado en su momento a Dante, que le concedió un puesto relevante, como compatriota de Virgilio, en los cantos VI a VIII del Purgatorio de su Divina Comedia. [E. G.]