VIDAS PARALELAS
INTRODUCCIÓN
El propio nombre de esta sección declara el modelo que sirve como punto de partida a los diez artículos que la componen: Las Vidas paralelas de Plutarco. Obra cumbre de un escritor trascendental de la Grecia romana del siglo II d. C., las Vidas fueron compuestas confrontando, en todos los casos menos uno, a una personalidad griega con otra romana. Hoy puede parecer elemental ese modelo pero, en realidad, no lo era. Para Plutarco existía la posibilidad, como la aislada biografía de Artajerjes manifiesta, de tomar sus referentes de Persia -Ciro como fundador de un imperio está mucho más cerca de Alejandro Magno que Julio César, por ejemplo, y Darío era, igualmente, fácil pareja de Perseo de Macedonia-. También podía haber acudido a la historia egipcia, donde contaba con decenas de faraones de todo tipo, e incluso al Imperio Parto. Cabe preguntarse, pues, por qué renunció a los modelos orientales y centró todos sus esfuerzos en emparejar dos docenas de griegos con otros tantos romanos, en algunos casos de forma tan arbitraria o forzada como Temístocles / Camilo o Pericles / Fabio Máximo.
Si nos situamos en la Grecia de Trajano, es decir, en la provincia romana de Acaya, y en la mente de un griego culto, tradicionalista y cercano al poder como Plutarco, los motivos de esta elección parecen claros. El personaje griego remite a la cultura del autor, cuya lengua utiliza y de cuya historia y legado se muestra orgulloso en toda su amplia obra. La elección del personaje romano viene motivada por su contexto social: Grecia se ha convertido en parte del Imperio y la vida de los griegos ya no depende de ellos mismos sino de sus señores romanos. Si el pasado de Grecia es grande, similar es el de Roma, de quien es también el presente e incluso el futuro.
Pero lo relevante en este caso es la propia comparación, que se hace en términos de igualdad. La identidad esencial que se establece entre estas dos docenas de personalidades, las más relevantes de la historia de ambos pueblos, configura una equivalencia entre ambas culturas. Es cierto que Plutarco desarrolla cada biografía por separado y que en las comparaciones finales no destaca solo los parecidos sino también las diferencias. Pero el hecho de que la historia de Grecia y Roma permita establecer tantos y semejantes paralelismos en el ámbito de la constitución política -Licurgo / Numa-, de los modelos morales positivos -Foción / Catón el Joven- o negativos -Alcibíades / Coriolano-, de la milicia -Demetrio / Antonio-, del Imperio -Alejandro / Cesar- o de la oratoria -Demóstenes / Cicerón-, crea la sensación, por falsa que sea, de que ambas culturas, y solo esas dos, se desarrollaron de forma homogénea. Y en una época en la que el mundo giraba en torno a Roma, Plutarco establece esa relación de igualdad como un paso más del profundo proceso de hibridación cultural que ya había recogido Horacio en su “Graecia capta...”
A partir de aquí, ¿en qué se parece el esfuerzo creativo de Plutarco con el que sostiene estas páginas? La situación cultural de Europa a principios del siglo XXI es la inversa a la de Grecia en el siglo I. Pese a ser herederos de una cultura común que se ha desarrollado de forma homogénea durante más de mil años, las tensiones disolventes de los nacionalismos etnicistas de los siglos XIX y XX han creado la ficción de Europa como mero mosaico de piezas autónomas e inconexas. Estas Vidas paralelas registran, a la manera de Plutarco, hasta qué punto la cultura europea puede ser estudiada como un único conjunto en el que las diferencias de lengua, estado o confesión religiosa solo han implicado, en la mayoría de los casos, modulaciones secundarias del modelo básico.
Para ello hemos recorrido un camino “paralelo” al del escritor griego. En cada una de las parejas hemos incluido a escritores contemporáneos sin conexión entre ellos: vivieron en la misma época pero solo compartían el hecho de ser europeos. Con distinto idioma, distinta nacionalidad, distinto entorno y sin llegar a conocerse, sin embargo sus vidas comparten una cantidad asombrosa de particularidades. De este modo, se pretende poner de manifiesto que el mero hecho de ser europeos les ofrecía un contexto cultural tan poderoso y homogéneo que en cierta medida prefiguraba su experiencia vital.
La otra diferencia básica con el modelo clásico tiene que ver con la forma. Ya hemos mencionado que Plutarco escribía dos biografías y solo al final establecía una comparación. En nuestro caso, hemos redactado una única biografía conjunta para cada pareja, incidiendo en aquellos datos en los que se manifiestan con mayor claridad las similitudes entre ambos escritores. No se trata, por lo tanto, de una auténtica narración biográfica sino, sobre todo, de un ensayo comparativo. El trabajo de selección de los personajes ha sido complejo no tanto a la hora de encontrar escritores que tuvieran puntos de contacto literarios, sino para establecer la comparación entre aquellos que más coincidencias presentaran en un ámbito personal. Así, en algunos casos las similitudes llegan a ser llamativas incluso en cuestiones de detalle, pero, en realidad, podrían haberse seleccionado muchos otros ejemplos “paralelos” solo en el campo de la creación literaria.
Por último, la redacción de estas biografías ha ahondado también en la imperiosa necesidad de llevar a cabo una amplia investigación global sobre la cultura y, específicamente, la literatura europea. Las fuentes de información sobre los grandes escritores de Europa están totalmente sesgadas por su procedencia y su lengua literaria. Cualquier dramaturgo inglés de medio pelo cuenta con una bibliografía y, sobre todo, una exposición pública en las redes de comunicación digitales desproporcionadas mientras que los principales creadores de la lírica húngara o polaca, por ejemplo, escritores en muchos casos con una categoría literaria al menos a la altura de los más grandes poetas españoles o franceses del XVI, carecen de una mínima presencia fuera de su ámbito lingüístico y resulta dificilísimo acceder a información básica sobre ellos. El mayor logro que podrían alcanzar estar páginas sería comenzar a revertir esa anomalía. [E. G.]