LOS 100 PRIMEROS AÑOS DE DON QUIJOTE ( II )

 

    [...] Castilla, Portugal, Perú, Aragón, Países Bajos, Lombardía, Inglaterra,  Alemania … La fama de Don Quijote se extendía por medio mundo ya cuando en 1614 la vemos desplegarse con toda su fuerza en Francia. En realidad, para entonces la novela de Cervantes, igual que en España o en Inglaterra, ya había dado de sí en París para varias piezas menores. De 1608, por ejemplo, es la versión bilingüe de la Nouvelle du Curieux malavisé de Nicolas Baudouin, quien, por otra parte, tomaba como base para su publicación no el texto original de Cervantes sino la edición de este que Cesar Oudin, futuro traductor de toda novela, ya había incluido en las páginas finales de la edición parisina de ese mismo año de la Silva Curiosa de Julián de Medrano. Y del año siguiente, 1609, data la anónima versión, también bilingüe, de la historia de Marcela y Crisóstomo (en este texto, Philidon), publicada con el título de Homicidio de la Fidelidad y la Defensa del Honor. Le Meurtre de la Fidélité, et la Défense de l’Honneur. Pero en ambos casos estamos, como en las comedias de Guillén de Castro o en el Cardenio de Shakespeare, ante argumentos sacados de la selva de episodios laterales de la Primera Parte. El propio Don Quijote no parece haber tomado aún las riendas de su destino. Será en 1614, con la representación que se hizo en el palacio del Louvre de un ballet “de Guitrot l'Espagnol” sobre Don Quijote, cuando este asuma su protagonismo, al menos ante la aristocracia francesa, hecho confirmado por otro espectáculo posterior del mismo estilo, L'Entrée en France de Don Quichot de la Manche, de hacia 1616.

    Para entender esta bienvenida de Don Quijote en París y más en concreto en la corte de María de Médici, conviene recordar que en 1611 España y Francia habían firmado el acuerdo matrimonial de Fontainebleau, por el que Luis XIII se casaría en 1615 con Ana de Austria a la vez que su hermana, Isabel de Borbón, lo haría con el futuro Felipe IV. Estas tan especiales condiciones políticas pueden estar detrás tanto de los mencionados ballets como del éxito de la primera traducción completa del texto cervantino al francés, llevada a cabo por el citado Cesar Oudin, ese mismo año de 1614, con reediciones en 1616 y 1625.

    Como es obvio, por estas fechas el Quijote del que estamos hablando es el ingenioso hidalgo de la Primera Parte, único existente hasta ese momento. Sin embargo en 1614, en la ciudad de Tarragona, otra vez en la Corona de Aragón, ve la luz un nuevo Quijote, protagonista de la Segunda Parte apócrifa de Alonso Fernández de Avellaneda. El Quijote de Avellaneda carece de importancia en sí mismo -lo cual no quiere decir, como veremos, que no tuviera su propia vida editorial- pero forzó a Cervantes a publicar por fin su propia continuación en 1615, en la que el verdadero Don Quijote cierra su ciclo de de aventuras y fallece.

    Esta Segunda Parte madrileña de la novela cervantina da un nuevo impulso a la fama de su protagonista. Al año siguiente, vuelven a aparecer ediciones en la península, en Valencia, y al otro lado de los Pirineos, en Bruselas, de este volumen, y otra más en 1617 en Lisboa; incluso se imprime una reedición de la Primera Parte también en Bruselas en ese mismo 1617, año en que por fin se editan las dos partes de forma conjunta, en Barcelona, otra ciudad portuaria de la Corona de Aragón.

    En el ámbito de la traducción, hallamos las mismas prisas: de 1618 es la versión parisina al francés de la Segunda Parte, llevada a cabo por François de Rosset, y de 1620, en Londres, una reedición de la traducción de Shelton de “the first parte”, formando pareja con la primera versión inglesa, del mismo traductor, de la “second parte”. Es llamativo, por cierto, que las traducciones francesa e inglesa utilicen el mismo grabado en su portada: Don Quijote y Sancho cabalgando, el primero con la bacía en la cabeza, el segundo con un molino al fondo. Tenemos ya, pues, los textos completos en castellano, francés e inglés, y pronto se podrá leer también el Quijote en italiano, en alemán y en holandés. La traducción al primero de esos idiomas la realizó en Venecia con el título de L'ingenioso cittadino Don Chisciotte della Mancia en 1622, Primera Parte, y 1625, Segunda Parte, Lorenzo Franciosini de Castelfiorentino, un lingüista toscano de la Universidad de Siena que por esas mismas fechas se hallaba embarcado en la publicación de una gramática bilingüe italiano-español. La versión al alemán es menos profesional y muy especial en el conjunto de las traducciones europeas. Se trata de una edición parcial, que incluye solo los primeros 22 capítulos, llevada a cabo por Pahsch Basteln von der Sohle, y fue publicada en Fráncfort en 1648 con el título de Don Kichote de la Mantzscha, Das ist: Juncker Harnisch auß Fleckenland. Que el traductor alemán concluyese su trabajo en el capítulo 22, cuando, tras la liberación de los galeotes, Don Quijote y Sancho se internan en Sierra Morena y comienza el largo ciclo de historias tangenciales de la Primera Parte, dice mucho de la visión que en Europa se tenía sobre esa fractura narrativa del texto cervantino, algo que ya hemos visto en las múltiples versiones independientes de la historia de Cardenio y Luscinda y del Curioso Impertinente que se llevaron a la escena europea en esos primeros años de vida de la novela.

    Esta edición parcial alemana aún tuvo una reedición en 1669 antes de que apareciera la primera traducción completa, a la que me referiré más adelante, pero para la historia de nuestros personajes presenta mucho más interés la traducción holandesa, que con el título de Den Verstandingen Vroomen Ridder Don Quichot de la Mancha fue publicada en Dordrecht, en 1657, por Lambert van den Bosch con grabados de Jacobus Savry, y reeditada en Amsterdam otras cinco veces en los cincuenta años siguientes. Esta edición, que con tanta difusión contó en las Provincias Unidas en todo el siglo XVII, es la primera que ofrece ilustraciones interiores a toda plana, un conjunto de 24 estampas distribuidas por toda la novela: el combate contra el vizcaíno, el manteo de Sancho, la batalla contra el león o la escena de Clavileño. La manera de presentar a los personajes cervantinos en estos grabados marcó de forma muy nítida por toda Europa la interpretación de la novela como obra de burla y entretenimiento, con tendencia a destacar la parte cómica y ridícula de sus aventuras.

    Mientras tanto, en España, por supuesto, se suceden las ediciones de la novela en Madrid en 1636-37, 1647, 1655, 1662 y 1668, y Don Quijote y Sancho se convierten en protagonistas de romances como el Gracioso romance en que se quexa Sancho Pança a su señor Don Quixote de que no le da de comer, de 1657, y de comedias como El Hidalgo de la Mancha, de Matos Fragoso, Diamante y Vélez de Guevara, representada en Madrid durante los Carnavales de 1673. Este tipo de literatura y espectáculos populares, junto con las reediciones del texto cervantino mantenían viva la presencia de Don Quijote en el península, y lo mismo va a suceder en Francia con varios obras de teatro como Les Folies de Cardénio, una  tragicomedia  sin mayor relevancia de un tal Pichou, representada en 1628, y, sobre todo, las comedias de Guyon Guérin de Bouscal. Este dramaturgo francés compuso entre 1639 y 1642 tres comedias basadas en el texto de Cervantes: Dom Quixote de la Manche, primera y segunda parte, y, la más famosa, Le Gouvernement de Sanche Pansa. La primera de esas tres piezas vuelve a subir a escena los amores de Cardenio y Luscinda, de acuerdo con una tradición ya bien establecida; la segunda, dramatiza episodios de la visita de Don Quijote al palacio de los Duques, y la tercera, como especifica su título, los capítulos de la Ínsula Barataria. Aunque este autor no ha pasado a la historia de la literatura francesa, conviene anotar aquí que la comedia de Guerin de Bouscal sobre el gobierno de Sancho era una de las piezas del teatro popular francés más apreciadas por Molière, cuya compañía llegó a adaptarla en 1660, y él mismo la representó entre 1665 et 1678.

    Volviendo al tema de la imagen gráfica del hidalgo manchego, va a ser una amplia serie de ediciones flamencas publicadas las primeras en Bruselas en 1662 y 1671, e igualmente en Lyon ese mismo año, y las siguientes en Amberes en 1672-1673, con una doble reedición en 1697, la que va a mostrar en castellano por vez primera la novela de Cervantes “ilustrada con differentes estampas muy donosas y apropriadas a la materia”. Estos impresos flamencos continúan la tradición iconográfica de Don Quijote iniciada en Holanda algunos años antes, poniendo la imagen de los personajes cervantinos a disposición de todos los lectores europeos de la segunda mitad del siglo XVII. Y es que, como cualquier otra moda artística, estas ediciones del Quijote adornadas con grabados van a extenderse por toda Europa, y así, en Orleáns y por las mismas fechas que en Flandes, se publica la primera edición ilustrada francesa -“Derniere edition augmentée de figures en taille douce”-, la italiana en Roma en 1677 -“Aggiunteui in questa noua impressione otto figure di rame”- y la inglesa en Londres en 1687 -“Adorned with several copper plates by J.P.”-, en una nueva traducción de John Philipps, sobrino de John Milton, que contó con una enorme difusión en la isla. Entremedias, pero casi 20 años después de las primeras ilustraciones holandesas, en 1674, hallamos la primera edición del Quijote ilustrado en España. Se trata de nueva publicación madrileña que ofrecía 34 grabados de un artista famoso, Diego de Obregón, el cual, basándose en el modelo iconográfico holandés y flamenco, aporta mayor humor a los personajes e introduce imágenes nuevas que abundan en una lectura cómica y de entretenimiento del texto de Cervantes. Esta edición parece ser que gozó del favor del público y se reeditó en 1706. [...]