JOANOT MARTORELL: TIRANT LO BLANC

 

    Tirant lo Blanch  es la obra literaria más importante del escritor y caballero valenciano  Joanot Martorell  y está considerada el mejor exponente de la novela caballeresca catalana. Parece haber sido escrita hacia 1460 pero solo fue publicada por vez primera en 1490 y reimpresa en 1497. Durante el siglo XVI fue también traducida al castellano en 1511 y al italiano en 1538. Del prestigio de la novela en su época habla el hecho de que en El Quijote es una de las pocas novelas caballerías que se salva de la quema.

    La gran mayoría de las novelas de caballerías tiene una inspiración fantástica y los escenarios de las aventuras acostumbran a ser lejanos y exóticos. Tirant, sin embargo, no recurre a la fantasía. El mundo descrito es real y el autor deja claro que sus caballeros forman parte de la sociedad contemporánea de los lectores. Más importantes que las escenas de batallas y de fiestas cortesanas son las que reflejan la vida diaria, en las que los protagonistasa se muestran tal y como son, despojados de todo artificio y con toda la sencillez y espontaneidad de que son capaces como seres humanos. Esto supone colocar en un segundo plano determinados ideales medievales como la religiosidad y la caballería y dar una importancia inusual a ideales tan poco caballerescos como el placer, la razón o el humor. En estas escenas, además, destaca el sensualismo e incluso el erotismo de que está impregnada toda la obra. Otro rasgo característico de la novela es la humanidad del héroe, que destaca más por la inteligencia que por la fuerza. Tirant utiliza gran número de estrategias bélicas terrestres y marítimas y se sirve del ingenio para alzarse con la victoria.

    Frente al estilo solemne y oratorio con largos parlamentos retóricos, lamentaciones e intercambio de preguntas y respuestas, aparece el ideario burgués expresado en un tono coloquial, dinámico y mordaz. El amor focaliza debates, parlamentos y cartas de tono sensual y lúdico, sobre todo cuando se describen los ardides de la Viuda Reposada, la picardía de la doncella Plaerdemavida, los amores de la emperatriz con Hipólito y la relación de Tirant con Carmesina. Por todo ello se considera que la novela de Joanot Martorell es una obra claramente innovadora en el conjunto de las novela caballeresca europea.

    Martorell fue un caballero de prestigio, siempre envuelto en pendencias con otros nobles de su alcurnia, que se movía no solo por los reinos de la Corona de Aragón sino por las cortes de Francia, Inglaterra, Nápoles y Portugal. De estas vivencias personales sacará la materia prima que le permitirá dotar de profundidad sicológica y verosimilitud a sus personajes. Antes de escribir Tirant, el autor ya había redactado un esbozo de novela caballeresca que tenía como protagonista al conde Guillem de Varoic. Esta novela ocupa ahora los primeros capítulos del  Tirant  y aparecen como un relato de aprendizaje caballeresco del protagonista. Guillem y Tirant se encuentran en Inglaterra y el primero adoctrina sabiamente al segundo. Las aventuras de Guillem de Varoic se inspiran en la novela en verso inglesa Guy de Warwick, del siglo XIV y sus consejos caballerescos en el Libro de l'ordre de cavalleria de Ramon Llull, del XIII. Estos primeros capítulos definen el ideal de la caballería tal como se concebía en plena Edad Media Central pero también como todavía lo entendía el propio Martorell en el siglo XV.

    Por lo que al resto de la novela respecta, Joanot Martorell la concibió como una respuesta literaria a la caída de Constantinopla en poder de los turcos en 1453. Como caballero noble de la Corona de Aragón, Martorell albergaba la esperanza de que la capital bizantina todavía pudiera volver a ser liberada gracias al esfuerzo de una nueva cruzada de caballeros cristianos. Hay que tener en cuenta que por esas fechas el propio Martorell se trasladó a Nápoles en apoyo del rey aragonés Alfonso V, que, a su vez, era la única esperanza de reacción contra los turcos que quedaba. Sin embargo, nada de lo que el autor podía esperar en este sentido sucedió y a la larga, la precariedad económica en la que le sumió su agitado estilo de vida le obligó a empeñarle su obra al prestamista Martí Joan de Gualba hacia 1464. Fue este quien dio la novela a la imprenta casi treinta años después.

 

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