LINDSEY DAVIS: 

BOGART EN EL TRASTÉVERE

 
Lindsey Davis: La plata de Britania, Penguin Random House, Barcelona, 2017.        
 
I: MARCO DIDIO FALCO
 

    Resulta pintoresco e interesante tener a Philip Marlowe merodeando por la Suburra de Vespasiano. Y la traslación no resulta en absoluto descabellada. Si California se ha convertido en el siglo XX en un epítome de la modernidad y Los Ángeles en su emblema mediático, no menos central era la posición de Roma en el siglo I, caput mundi y centro de todas las miradas. Y la distancia del Trastévere al palacio de los césares no era mucho mayor que la de Chinatown a West Hollywood.

    En este sentido, la ocurrencia de la inglesa Lindsey Davis de llevar al protagonista de sus novelas policiacas, el investigador privado Marco Didio Falco, a la Roma de los Flavios era una apuesta arriesgada pero inteligente. Y le salió bien la jugada. La primera novela de la serie, La plata de Britania, de la que hoy vamos a hablar aquí, fue publicada en 1989, y desde su aparición hasta la de Némesis, la última que protagoniza Falco, de 2010, la escritora publicó 20 volúmenes con las pesquisas y peripecias de este anacrónico sabueso con toga. Y aún hay que añadir a ellas otras 6 novelas protagonizadas por Flavia Albia, hija de Marco, entre 2013 y 2018, que mantienen al Imperio Romano en el epicentro de la novela negra europea hoy en día. Para entender lo que toda esta enorme producción novelística implica bastará con subrayar que Lindsey Davis publicó entre 1989 y 2005 una novela policiaca al año de forma continuada, 17 en total, una cifra de récord.

    En todas estas obras -dejaremos las de Flavia a un lado-, el protagonista es ese investigador privado un poco canalla pero digno y generoso, inteligente y algo desaprensivo, que responde al nombre de Marco Didio Falco. Como sus antecesores de 20 siglos después, Marco trabaja solo, con esporádicas ayudas de algún colega, recibiendo pequeños encargos semiilegales que le permiten ir sobreviviendo en los bajos fondos de la Roma de los Flavios, a la espera de un trabajo de verdadera entidad, en el que se jugará, cómo no, la vida. Siempre en un tenso tira y afloja con el poder constituido, los mandamases de Palacio y, sobre todo, la policía del Imperio, el protagonista mantiene con ellos un estatus de colaboración y competencia que le permite actuar en los márgenes de la ley, a donde solo puede llegarse de forma extraoficial pero eso sí, a riego de encontrarse en el momento menos oportuno en el lado equivocado. Por supuesto, está también “la rubia de ojos negros”, que diría Black: la hermosa patricia Helena Justina, que aparece ya en esta primera novela aportando una cierta novedad al modelo clásico, ya que va ser el gran amor de Marco, no la pasión ocasional de una sola novela.

    Dicho esto, el personaje que define realmente la serie es Roma. En efecto, el gran logro de la autora es conseguir convencernos de que en el fondo la sociedad imperial del siglo I no era muy diferente de la nuestra, a pesar de los detalles. Aparentemente todo es diferente, y Lindsey Davis es una auténtica maestra a la hora de colocar el detalle colorista que nos transporta a un supuesto mundo romano exótico e historicista. Sin embargo, las pasiones que animan a los protagonistas, el tipo de crímenes que se perpetran, los móviles que mueven a los asesinos, nos permiten identificarnos con los personajes y las tramas y seguir con pasión sus historias como seguimos absortos la confusa peripecia de El sueño eterno.

    Novela policiaca historicista de éxito popular, un indiscutible acierto de una gran escritora.

 

 

II: LA PLATA DE BRITANIA (THE SILVER PIGS) 

    Para la primera de sus novelas histórico-policiacas, Lindsey Davis tuvo la prudencia de combinar las referencias al mundo romano en el que le interesaba desarrollar su serie con las del mundo británico de la Antigüedad, cuya mención podía resultar especialmente atractiva a sus potenciales lectores, ingleses de finales del siglo XX. De esta manera la obra, que comienza y concluye en diferentes localizaciones de la Ciudad Eterna, desarrolla toda la parte central del argumento en la salvaje y brumosa Britania, a la que el pobre Marco Didio Falco se ve obligado a trasladarse tras la pista de los “cerdos de plata” a los que alude el título original de la novela. Pero lo cierto es que la remota provincia atlántica del siglo I d.C. da bastante poco de sí como ámbito literario y, tras el éxito de esta primera novela, la autora tuvo el buen sentido de olvidarse de ella para centrase en los ambientes que dotan de verdadera originalidad y riqueza a la serie: la ciudad de Roma y su amplio Imperio.

    De acuerdo con el estereotipo elegido para la figura del investigador privado protagonista, el contexto básico en el que se mueve Marco son los barrios bajos de la capital. De este modo Lindsey Davis nos traslada a un mundo de insulae, callizos y tenderetes habitados por mujerzuelas, vividores y extorsionistas que nos presenta de una forma tan meticulosa como anacrónica las formas de vida más populares de la Roma de los Flavios. La habilidad de la autora consiste en saber seleccionar aquellos rasgos más característicos y llamativos de esa forma de vida desaparecida para insertar en ella una mentalidad como la de Marco, esencialmente moderna y afín a la de sus lectores contemporáneos. De este modo, al lado de costumbres tan pintorescas y arqueológicas como la utilización de la orina en el negocio de los tintes, que dan un color costumbrista muy apropiado al relato, hallamos comportamientos, sentimientos y formas de ver el mundo propios del siglo XX, como el amor de Marco por Helena o su displicente espiritualidad, que nos permiten sentirlo como un personaje muy cercano a nosotros.

    Por último, conviene subrayar también los aspectos que la novela tiene de punto de partida de toda la serie. La autora deja de forma deliberada muchos cabos sueltos a lo largo de todo el argumento para que puedan volver a ser retomados en novelas posteriores. El principal, por supuesto, son los amores de los protagonistas, a los que la diferencia de clase social y sus propios caracteres, tan poco compatibles, auguran una larga y problemática relación. Pero también queda en el aire el peculiar vínculo del protagonista con su madre o la futura colaboración de Falco con la familia imperial en investigaciones de mayor envergadura.

    En resumen, tanto el planteamiento como el desarrollo de esta primera novela policiaca de romanos de Lindsey Davis parecen pensados con acierto para el éxito popular que ha tenido toda la serie, pero además hemos de añadir que tanto la personalidad del protagonista como la ambientación general de la novela y el ritmo de la investigación, con las previsibles palizas del pobre Marco incluidas, configuran una lectura tan entretenida como gratificante. [E. G.]