JAVIER DEL PRADO (ed.): HISTORIA DE LA LIT. FRANCESA

 

Javier del Prado (ed.): Historia de la literatura francesa, Cátedra, Madrid, 20103.

    No existe en la actualidad una historia de la literatura europea de la que poder echar mano para elaborar estas páginas nuestras y que nos sirva como guía, como punto de partida, como objetivo a superar, como referencia para contrastar o como gran compendio que resumir. No hemos tenido a nuestro alcance, al menos hasta ahora, ninguna historia de la literatura europea en francés, en alemán, en inglés o en alguna otra lengua europea, en versión original o traducida al castellano. Más aún, cuando unos meses antes de poner en marcha este proyecto redactamos y publicamos en Wikipedia el artículo “Literatura europea”, resultó ser el primero que se escribía desde un punto de vista conjunto y no como un mero listado de enlaces redirigidos hacia las correspondientes literaturas “nacionales”. Incluso hoy en día, 15-III-15, mientras redacto estas líneas, entre las pocas lenguas que han añadido esa página a sus respectivas enciclopedias solo dos –gallego y noruego- han utilizado la perspectiva europeísta, e incluso estas se han limitado a traducir y condensar el texto castellano.

    Por eso, para la elaboración de esta web están siendo de uso permanente e inexcusable repertorios como el que ahora comentamos pese a que responden a la perspectiva tradicional de las historias literarias “nacionales” que aquí se intenta superar. Tal es, en efecto, el punto de partida de la obra, y así lo pone de manifiesto el propio editor, Javier de Prado, en su presentación, al señalar las limitaciones editoriales de su proyecto: “Es preciso decir, que la presente historia solo trata de la Literatura Francesa: de aquella escrita en el interior de la nación francesa, con todo lo problemático de esta demarcación, tanto en el tiempo como en el espacio”. Esta información, además del reconocimiento de una problemática que ejemplifica de inmediato –Rousseau, suizo, que sí aparece frente a Maeterlick, belga, que no; Yourcenar, incluida, pese a ser belga de nacimiento y legalmente estadounidense, o el irlandés Samuel  Beckett ...-, incluye una obviedad mucho más llamativa: presupone que la literatura francesa solo ha sido escrita en francés, o sea, que la “nación francesa”, sea lo que sea lo que eso signifique en un libro de historia literaria, solo se ha expresado en francés.

    La introducción del término “nación” en un compendio histórico que hace referencia a cuestiones literarias y lingüísticas que se desarrollan a lo largo de más de mil años es el principal problema epistemológico contra el que se ha tenido que luchar a la hora de concebir, organizar y redactar esta web. En el caso que nos ocupa, por ejemplo, ¿qué tiene que ver el concepto de “nación francesa” con la lírica amorosa de Guillermo de Aquitania o con los versos satíricos de François Villon? Y si llegáramos a la conclusión de que sí, de que Francia como nación está ligada a ellos, ¿qué diferencias “nacionales” pueden hallarse entre esos autores y, por ejemplo, Gautier de Châtillon, autor de la Alexandreis, o la magnífica prosista latina Héloïse d´Argenteuil? De todos modos, supongamos, como pretende la concepción nacionalista de la historia de Europa, que cada “nación” tiende a expresarse en una lengua y que “literatura francesa” equivale a “literatura en francés”. En ese caso, ¿qué sentido tiene dedicarle toda una sección, y la más importante de la Edad Media, a la “Lírica provenzal”, que, como su propio nombre indica, no está escrita en francés? De hecho, el siguiente apartado del libro es, precisamente, el de la “Lírica francesa”. En buena lógica, Ventadorn y Marcabrú deberían haber ido a parar al mismo sitio que Frédéric Mistral, es decir, a las tinieblas exteriores.

    El gran problema de tener que lidiar con estas recopilaciones tradicionalistas es que sus puntos de partida repiten todas las inconsistencias propias de la reconstrucción nacionalista de la historia de Europa procedente del siglo XIX, que todavía seguimos repitiendo por inercia, interés o despreocupación. Hecha esta salvedad, no cabe duda también de que las 1.389 páginas de este volumen proporcionan una cantidad de datos sobre lo que tradicionalmente se ha dado en llamar “literatura francesa” que resulta de gran utilidad para cualquier persona interesada.

    La Historia de la literatura francesa editada por Javier del Prado para Cátedra está concebida como la reunión de un amplio conjunto de estudios de carácter general a cargo de reputados especialistas españoles en literatura francesa. El libro se organiza en dos niveles. La estructura general es historicista y divide el estudio en bloques temporales: Edad Media, siglo XVI, XVII, XVIII, XIX y XX. Puede llamar la atención que la mayor parte de estos grandes bloques se ciñan a un único siglo pero esta simplificación, que permite obviar problemas de historia de la cultura como la secuencia Renacimiento-Barroco-Neoclasicismo, está bastante generalizada en los estudios europeos y no debe serle imputada al editor. A su vez, dentro de cada uno de los bloques el segundo nivel de la estructura es similar: Introducción, Narración, Teatro,  Poesía  y Ensayo y escritura autobiográfica.

    Esta disposición genérica de la materia es, acaso, el mayor acierto del libro. La Introducción, en algunos casos excesiva pero siempre interesante y oportuna, sirve para plantear cuestiones generales que, en realidad, no se atienen tanto al concepto de siglo, que es lo que en teoría desarrollan, como a los periódos estéticos reales que este abarca. A continuación, la división en géneros se desarrolla, en general, de forma muy amplia y exhaustiva. Solo llama la atención ese cajón de sastre que acaba siendo el quinto apartado, “El ensayo y los escritos autobiográficos”, que en la Edad Media aparece, de forma menos afortunada, como “Formas del didactismo”. Es un claro ejemplo de que en nuestras historias de la literatura sigue sin estar bien definido lo que en esta web hemos llamado, acaso sin mayor acierto, Género Especulativo.

    Por lo demás, el desarrollo del libro parece condicionado por las razones externas habituales en este tipo de textos: la distribución de la materia entre los autores y los privilegios consentidos al presente. Esto explica que cada uno de los grandes apartados esté compuesto por unas 200 páginas, al margen de la importancia relativa de la literatura francesa en cada periodo, y que esa extensión solo sea sobrepasada por los siglos XVIII –en el que el propio editor colabora con el capítulo más extenso y minucioso, que no el más interesante, 130 páginas sobre el género narrativo-, el XIX –algo comprensible- y el XX -¡más extenso el siglo de la decadencia que el de Luis XIV!-

    Por último, en cuanto a la organización del Índice, imprescindible en un trabajo de estas características, hay que decir que en general la minuciosidad con que aparece recogida la estructura del libro resulta muy útil a la hora de la consulta. Precisamente por eso llama la atención la presencia de apartados casi carentes de información como “2. La Narración” del siglo XX, de Ana González, y más frente a otros donde una excesiva minuciosidad delata la hipertrofia de sus contenidos, como el “2.1. Panorama general” de “2. La Narración” del siglo XVIII.

    En resumen, esta Historia de la literatura francesa es uno de los mejores ejemplos de lo que podríamos llamar el clasicismo nacionalista en la historia de la cultura europea. Presenta un corpus extenso y bien organizado que desarrolla de forma estandarizada y detallada un concepto aparentemente sólido a pesar de su artificiosidad y anacronismo: la supuesta relación orgánica entre la evolución histórica de determinadas regiones europeas y las creaciones literarias que a lo largo de la historia de Europa se han servido de una lengua en concreto, concebida ésta desde el presente como seña de identidad de una nación actual. [E. G.]