LAS 100 MEJORES POESÍAS DE LA LÍRICA EUROPEA
VELES E VENTS de AUSIÀS MARCH
I: TEXTO - les-obres-del-valeros [...] Ausiàs March, manuscrito, f. 68r.-v.
Veles, e uents / han mon desig cumplit
faent camins / duptosos perla mar
mestre y ponent / contra dells ueig armar
xaloch leuant / los deuen subuenir
ab lur amichs / lo grech y lo mig jorn
fent humils prechs / al uent tremuntanal
que'n son buffar / los sia partial
perque tots cinch complesquen mon retorn
Bullira'l mar / con la caçola l'forn
mudant color / elo stat natural
e mostrara uoler / tota res mal
que sobre si / atur un punt al jorn
grans e pochs peixs / a recors correran
e cercaran / amagatalls secrets
fugint al mar / hon son nudrits e fets
per gran remey / en terra exiran.
Los pelegrins / tots ensemps uotaran
e prometran / molt dons de cera fets
la gran pahor / traura'llum los secrets
que al confes / descuberts no seran
enlo perill / nom caureu del esment
ans uotare al Deu / quin ha ligats
de no minuar / mes fermes uoluntats
e que tostemps / me sereu de present
Yo tem la mort / per no ser uos absent
perque amor / per mort es anullat
mas yo no crech / que mon uoler sobrat
pusquel may ser / per tal departiment
yo so gelos / de uostre scas uoler
que yo morint / no meta mi noblit
sol est pensar / me tol del mon delit
car uos uiuint / no crech se pusca fer
Apres ma mort / d'amar perda poder
e sia tost / en ira conuertit
e yo forçat / d'aquest mon ser exit
tot lo meu mal / sera uos no uoler.
o deu perque/ terme noy ha en amor
car prop d'aquell / yom trobara tot sol
uostre uoler / sabera quant me uol
tement fiant / de tot l'aduenidor.
Yo son aquell / pus estrem amador
apres d'aquell / aqui deus uida tol
puis yo son uiu / mon cor no mostra dol
tant com la mort / per sa'strema dolor
a be, ho mal / d'amor yo so dispost
mas por mon fat / fortuna cas no porta
tot esuellat / ab desbartada porta
me trobara / fahent humil respost.
Yo desig ço / quem pora ser gran cost
y aquest sper / de molts mals me conorta
ami nom plau / ma uida ser storta
d'un cas molt fer / qual prech deu sia tost
lla donchs les gents / nols calra donar fe
alque amor / fora mi obrara
lo seu poder / en acte's mostrara
e los meus dits / ab los fats prouare
~: Tornada :~
Amor de uos / yo sent mas que yo se
de quala part / pijor men romandra
e de uos sap / cell qui sens uos esta
a joch de daus / uos acomparare.
Velas y vientos cumplan mi deseo:
harán caminos por la mar dudosos,
contra el Maestre y el Poniente veo
Levante y el Jaloque muy furiosos,
con Griego y Tramontana, que bien creo
le ayudarán con ruegos amorosos;
porque estos cinco soplen de manera
que vuelva yo do siempre estar quisiera.
El mar hirviendo como el agua al fuego,
y su color veréis andar mudando;
traerá cualquiera cosa sin sosiego,
que sobre sí hallare estando airado;
los peces todos juntos irán luego
lugar buscando oculto y encerrado;
huyendo al mar que los crió y sustenta,
en tierra saltarán sin otra cuenta.
Los peregrinos votarán turbados
dones de cera en viéndose en sus puertos,
y el gran pavor descubrirá pecados
que en confesión no han sido descubiertos;
allí os ternán presente mis cuidados
y luego votaré mis votos ciertos,
que nunca habrá mudanza, y que en ausencia
no olvidaré vuestra gentil presencia.
La muerte temo por no verme ausente,
porque el amor por ella es acabado,
y no se partirá ni se consiente
que partir pueda de este amor sobrado;
mas vuestro poco amor me mata, y siente
el mío que en morir seré olvidado;
sólo este pensamiento me cautiva,
mas no creo que será si vos sois viva.
En yo muriendo no ha de amar ninguno,
y amor se queda en ira convertido;
mas cuando morir quiera, ¿qué importuno
será el dolor de ausencia y cuán crescido?
Si término en amor hubiera alguno,
en él yo fuera solo y escogido,
y viera vuestro amor si se extendía
o si en lo verdadero teme o fía.
Yo soy el amador más extremado,
después de los que ya no tienen vida;
por verme vivo y veros no he quejado,
¿cómo haré cuando el vivir me impida?
A bien o mal estoy aparejado,
mas no cabe en mi hado haber guarida;
que yo con humildad lo estó esperando,
la puerta le abro y allí estoy velando.
Deseo aquello que ha más de costarme,
y la esperanza de esto me recrea;
mi vida no querrá, ni aun yo, salvarme
de un caso fiero, y pido a Dios que sea;
las gentes todas luego podrán darme
más fe que no al amor, como se vea
que en actos su poder será mostrado,
y en hechos mostraré lo que he hablado.
(Traductor: Jorge de Montemayor, 1560)
II: COMENTARIO – Este poema, uno de los más famosos de su autor, el poeta valenciano Ausiàs March, es un buen ejemplo de las posibilidades y las limitaciones creativas de la poesía lírica amorosa del siglo XV. El arranque del texto es magnífico y justifica el éxito y la fama que tiene. La imagen náutica inicial tiene la virtud de combinar aspectos bien conocidos de la realidad de la época con los elementos más típicos de la tradición poética, reforzando ambos.
Para cualquier lector valenciano de la época, para cualquier natural de la Corona de Aragón del siglo XV, cuando el rey Alfonso V trataba de consolidar sus dominios por todo el Mediterráneo occidental, las travesías marítimas como esta a la que alude March, la arboladura de los navíos y la rosa de los vientos formaban parte del mundo cotidiano. El poeta insiste además en ese realismo, aludiendo por sus nombres comunes a los diferentes vientos marinos: Mestre, Ponent, Xaloch, Levant, Grech, Migjorn, Tremuntanal, es decir, Mistral, Poniente, Xaloque, Levante, Gregal, Mediodía y Tramontana, en el castellano también de la época. Todos los lectores de Ausiàs March sabían de su importancia en la travesía de Italia a la península ibérica, desde Nápoles a Valencia, y el temible peligro de verse envuelto en una tormenta, con vientos contrarios como Ponent y Levant o Mistral y Jaloque enfrentados sobre las olas. Además, esta visión del peligroso viaje real del poeta que navega hacia la mujer que ama, se amplía todavía en las dos estrofas siguientes, con la alusión hiperbólica a los “grans e pochs peixs” que intentarán huir de esa “caçola l'forn” y la referencia, mucho más realista, a esos peregrinos que, como tantos lectores habrían tenido ocasión de vivir en carne propia, ofrecían todo tipo de votos y promesas para sortear el mal trago de la tempestad marina. Pero al mismo tiempo, estas tres primeras estrofas muestran también la tempestad metafórica que sacude el alma del poeta por los desdenes de su amada y le hacen sentirse tan al borde de la muerte como pueda creerse cualquiera de esos otros viajeros en cubierta. Tempestad real y metafórica, miedo a la muerte física o amorosa, se combinan y potencian en estas tres primeras estrofas gracias al hallazgo de una formulación expresiva dotada de una fuerza que ha figurado siempre entre lo mejor del estilo del gran poeta valenciano.
Sin embargo, a partir de la cuarta estrofa el poema es devorado por los tópicos. La travesía mediterránea, la tempestad en alta mar, los vientos enfrentados, el lecho marino sacudido y los viajeros medrosos, todo desaparece y solo hay sitio para el típico juego cancioneril del amor y la muerte. Desligado de la impresionante imagen de la primera estrofa, incluso la nueva hipérbole “Yo son aquell / pus estrem amador” parece solo una exageración más, algo que se supone que el poeta tiene que decir.
Es procedente, pues, preguntarse qué pudo llevar a un gran poeta, y tan independiente, como Ausiàs March a prescindir por completo del brillante arranque de su poema para la construcción de la segunda parte. El estudio de la poesía cancioneril castellana, que triunfó pocas décadas después, se caracterizó por una constante tendencia hacia la abstracción del sentimiento. Se simplifica y sistematiza el léxico, se estandarizan los juegos de palabras y las imágenes alegóricas, se uniformiza el estilo… Este poema parece recorrer una parte de ese camino. Arranca de una imagen personal, acaso autobiográfica, pero el propio autor renuncia a seguir adelante; entiende que la mujer a la que escribe o, más probablemente, los lectores que espera tener, no entenderían tanta personalización. La experiencia biográfica debe sublimarse, convertirse en abstracción retórica y disolverse en el juego de conceptos que se espera de un buen poeta.
Hoy, por el contrario, salvan a Ausiàs March estas intrusiones violentas de su experiencia personal en la expresión de sus sentimientos. Vemos en estas primeras estrofas al March real, al caballero que acompañó a su señor a Nápoles, al miembro de esa sociedad aragonesa que basculaba entre las dos penínsulas mediterráneas, yendo y viniendo en sus galeras, sus fustas y galeotas. Nos satisface más el poeta real de esos primeros versos que su habilidad retórica. Pero eso es ahora, claro, no entonces. [E. G.]