RUS DE KIEV: CUANDO AÚN NO EXISTÍA RUSIA

 

    La creación y desarrollo de la Rus de Kiev, uno de los estados eslavos más antiguos que se conocen, plantea una serie de cuestiones fundamentales en relación con el concepto de Europa y con su historia. Tiende a identificarse a Europa, al menos en sus primeras etapas, con la Cristiandad Romana pero los orígenes de la europeización de los eslavos orientales nos obligan a reflexionar de forma mucho más concreta y más compleja sobre la expansión de esa forma cultural poco más que embrionaria que era Europa hacia el siglo IX y sus relaciones con otro modelo, también occidental pero con una tradición mucho más sólida en esos momentos, Bizancio. Hemos de tener en cuenta, por lo tanto, aspectos históricos, religiosos, geográficos y étnicos que se mueven habitualmente en los márgenes de una tópica definición de Europa y de la difícil relación y combinación de todos estos aspectos se deriva uno de los procesos más complejos de integración europea, que viene afectando a nuestra historia incluso hasta hoy en día: la europeización de Rusia.

    Desde finales del siglo IX hasta mediados del siglo XIII la Rus de Kiev dio nombre a una federación de tribus eslavas orientales que, en su momento de mayor extensión, a mediados del siglo XI, iba desde el mar Báltico en el norte hasta el mar Negro en el sur, y desde las cabeceras del Vístula en el oeste hasta las del Volga en el este. Según la tradición, un varego (vikingo de Suecia) llamado Hrörekr (Rúrik, en ruso) se estableció en la ciudad de Nóvgorod como líder de varias tribus eslavas y finesas hacia  860. La Rus de Kiev fue fundada por su sucesor, Oleg, hacia 880. Éste, tras atacar Constantinopla, firmó un tratado comercial con el Imperio Bizantino en igualdad de condiciones en 911 y a partir de este momento, el gran príncipe de Kiev controlaba las tierras circundantes a la ciudad, y sus familiares teóricamente subordinados a él gobernaban en otras ciudades del estado y le pagaban tributo. El apogeo de los príncipes de Kiev llegó durante el reinado de Vladímir el Grande, 980-1015, y de Yaroslav el Sabio, 1019-1054.

    De acuerdo con estos orígenes relativamente bien documentados, la Rus de Kiev fue en principio un estado escandinavo, a la manera en que podían ser unos estados germánicos la Galia franca o la Hispania visigoda. Una élite militar procedente del Báltico impuso su dominio en las llanuras de Bielorrusia y Ucrania sobre amplias poblaciones de diferente extracción étnica, tribus ugro-finesas y, sobre todo, eslavos orientales. Solo durante el reinado de Sviatoslav (963-972), un siglo después, los gobernantes de Kiev adoptaron por vez primera las costumbres, la religión y los nombres de sus súbditos y para entonces la Rus de Kiev podía ser considerada un estado eslavo. Sin embargo, el proceso de aculturación de los varegos en las tierras del Dniéper fue mucho más complejo que el de los germanos en la Romania ya que, casi al mismo tiempo, escandinavos y eslavos se vieron influidos de forma decisiva por la cultura cristiana. La propia madre de Sviatoslav, por ejemplo, la reina Olga, se había convertido ya al cristianismo ortodoxo en Constantinopla hacia 950.

    La cristianización de Kiev tuvo lugar durante el reinado de Vladímir a partir del 988. La opción por el culto oriental, que delimitó una frontera religiosa y cultural en el este de Europa que todavía marca profundas diferencias, reflejaba entonces los vínculos estrechos de Kiev con Bizancio, que dominaba el mar Negro y la ruta comercial más importante para Kiev, el río Dniéper. De hecho, además de adoptar el cristianismo como religión de estado, Vladímir se desposaría en Constantinopla con la princesa Ana, hermana del emperador Basilio II. Desde el punto de vista cultural, la adhesión de Kiev a la Iglesia Oriental tuvo consecuencias trascendentales. La iglesia ortodoxa tenía una liturgia escrita en cirílico y una colección de escrituras traducidas del griego para los pueblos eslavos, lo cual facilitó su separación definitiva de la Iglesia de Roma, de culto latino. Incluso en el ámbito arquitectónico la influencia bizantina fue definitoria desde la Iglesia de la Dormición de la Virgen de Kiev a la Catedral de Santa Sofía de Nóvgorod, ambas levantadas durante el reinado de Vladímir.

    De todos modos, en esa primera época, la opción por Bizancio no parece haber estado reñida en absoluto con una estrecha relación con los estados europeos del occidente romano. Yaroslav casó a cuatro de sus hijas con sendos príncipes de Noruega, Hungría, Francia y Polonia, y su nieta Eufrasia se desposó con el emperador germánico Enrique IV. En realidad, entre los siglos X y XII el estado eslavo-escandinavo de Kiev parece haber sido un auténtico puente cultural entre Bizancio y Centroeuropa.

    Sin embargo, la Rus de Kiev no fue capaz de mantener su estatus de potencia próspera y dominante en el este de Europa. Primero, los príncipes varegos se enfrentaron entre sí, formando eventualmente alianzas con grupos externos como los polacos o los magiares. Por otro lado, las cruzadas modificaron a partir del siglo XI las rutas comerciales europeas reconduciéndolas hacia el Mediterráneo y, en concreto, la IV cruzada, a principios del siglo XIII, que concluyó con el saqueo de Constantinopla, aceleró el declive de Kiev. Pero la causa final de su desaparición fueron las continuas incursiones de nómadas túrquicos, sobre todo los cumanos, que ocuparon en el siglo XI el sur de Ucrania y Besarabia y, finalmente, la fulminante aparición de los mongoles en la primera mitad del siglo XIII.

    En 1299, precisamente de resultas de la invasión mongola, el obispo metropolitano que la iglesia ortodoxa griega había constituido en Kiev tres siglos antes, se desplazó a Vladímir, que pasó a ser el centro religioso para las regiones septentrionales. Unas pocas décadas después, en 1325 el patriarcado fue transferido a Moscú, donde reside desde entonces. La sumisión de los principados eslavos orientales al janato mongol, el alejamiento del principal centro de poder hacia el este y la desaparición final de los lazos directos entre Rusia y Bizancio tras la ocupación turca de Constantinopla, provocaron la ruptura de estos débiles nexos de unión cultural, que habían ligado a los estados eslavos orientales con Centroeuropa, durante los casi 500 años que van desde la destrucción de Kiev en 1238 hasta la fundación de San Petersburgo en 1703. [E. G.]