ESPAÑA: LA HERENCIA DEL SIGLO DE ORO

     No resulta sencillo precisar a partir de qué momento histórico se puede hablar de España o cuándo los escritores en castellano o en catalán comienzan a considerarse españoles. Si observamos la continuidad histórica de la península ibérica desde la perspectiva actual, podríamos aceptar que el término España comienza a tener sentido tras la unión personal de las coronas de Aragón y de Castilla a finales del siglo XV y, sobre todo, durante el reinado del heredero de los Reyes Católicos, el emperador Carlos V, a partir de la segunda década del siglo XVI. Con todo, en aquellos momentos resulta más exacto hablar de Imperio Español, puesto que aragoneses y castellanos se mueven igualmente por la península itálica, los Países Bajos y América como extensiones de su región natal, pero lo cierto es que la percepción subjetiva tanto de sí mismos como de los naturales de esas otras tierras que controlan es la de que ellos son “españoles”.

     En estrecha relación con ese dominio territorial, los siglos XVI y XVII, es decir, toda la primera mitad de la Etapa Clásica, es considerada la Edad de Oro de la cultura española. España asimila con rapidez en la época del Emperador la cultura del Renacimiento y, a partir de ella, desarrolla una serie de modelos que, apoyados en la relevancia política y económica de ese “imperio”, son considerados prestigiosos y se difunden con éxito por el resto de Europa. Este proceso se desarrolla en campos variados como la pintura o la escultura, principalmente en la época barroca, pero también y sobre todo en el ámbito de la literatura. De España va a surgir en esta época una modalidad particular del género dramático, la Comedia española del Siglo de Oro, que influirá decisivamente en los orígenes del teatro francés y, siglos después, en la creación del drama romántico. Una especial importancia tendrá también la poesía lírica de la época, tanto por el desarrollo de una de las cumbres de la lírica universal, la mística de Juan de la Cruz, como por la importancia de la poesía barroca de Quevedo o de Góngora. Por último, la gran novela de Cervantes, el Quijote, ha pasado a la historia occidental como el origen de la novela moderna.

     Pese a todo ello, ya a mediados del siglo XVII comienza una larga época de decadencia para España, que debe ceder, primero, su hegemonía continental a Francia tras la paz de los Pirineos y que se hace definitiva tras la independencia de los territorios de Ultramar después de las guerras napoleónicas. Durante el siglo XIX España no pasa de ser una más de las naciones menores del continente y como tal, sus intelectuales y artistas se limitan a seguir la senda cultural que va siendo abierta en otras regiones europeas como Gran Bretaña y Francia. Esto, por otra parte, permite que, en casos excepcionales, artistas españoles como Picasso, Dalí o Buñuel participen individualmente, junto con otros artistas europeos, en el desarrollo de las corrientes artísticas más innovadoras, ya en el siglo XX. Desgraciadamente, el hecho de que España fuera, junto con Portugal, el único país de Europa donde se consolidó un régimen de origen fascista tras la II Guerra Mundial, volvió a hacerla retroceder varias décadas. Solo con su entrada en la Unión Europea a finales del siglo XX ha podido volver a medirse en términos de igualdad con el resto de las regiones europeas. [E.G.]