YIDIS: UNA LENGUA CASI EXTERMINADA

 

    La aparición del yidis entre las lenguas europeas se remonta al siglo X y tiene que ver con el establecimiento de nuevas comunidades judías en las zonas más occidentales del Sacro Imperio como Alsacia o Renania. A partir de entonces y durante varios siglos, otras regiones del centro y este de  Europa  acogieron este tipo de inmigración judía, que fue dando forma a un grupo humano conocido como judíos asquenazíes (“germanos”), en contraposición con el grueso de judíos europeos, denominados sefardíes (“hispanos”). Estos judíos centroeuropeos se servían de tres lenguas: hebreo, arameo y yidis, pero sólo este último podría ser considerado un idioma vernáculo y cotidiano, ya que el uso del hebreo y del arameo estaba limitado a contextos rituales y religiosos. Por esa razón, el yidis se empleó inicialmente en obras de naturaleza laica y para la correspondencia privada. 

    En sus orígenes, el yidis era hablado por un número muy reducido de la población judía total, pero la diáspora de los sefardíes y el aumento del antisemitismo en el sur de Europa hizo que la comunidad asquenazí fuera cada vez más numerosa y relevante hasta alcanzar su máxima expansión en la segunda mitad del siglo XIX; sin embargo, a lo largo del XX, debido al Holocausto y a la emigración, la población europea de lengua yidis se ha reducido de 13 millones de personas en 1930 a menos de 3 millones en 2005. En la actualidad el yidis es un idioma que solo se utiliza en las pocas comunidades asquenazíes supervivientes en el este de Europa y entre sus descendientes en el continente americano e Israel.

    La sintaxis y el léxico cotidiano del yidis provienen del alemán, por lo que a esta lengua se la conoce también como judeoalemán. De hecho, en el ámbito lingüístico el yidis se considera, en origen, un dialecto germánico, caracterizado de forma específica por una gran influencia del idioma hebreo, sobre todo en el léxico religioso, y de algunas lenguas eslavas con las que los asquenazíes estuvieron más en contacto, como el polaco. Una de sus características más peculiares es que la ortografía yidis usa los caracteres del alfabeto hebreo, algo que la distingue, por supuesto, de cualquier otra modalidad lingüística de la rama germánica.

    Aunque durante toda la Edad Media el yidis fue un idioma eminentemente oral, el Libro de Bovo, escrito por Elias Levita entre 1507 y 1508, figura como la primera obra literaria de contenido profano en yidis. Se trata de una novela de caballerías impresa en 1541, que cuenta con no menos de 40 ediciones. Igualmente mucha de la literatura jasídica –un tipo de mística judía-, en especial las parábolas, fue escrita también en yidis. Sin embargo, hasta el siglo XIX no aparece una literatura secular sofisticada en esta lengua. En la segunda mitad de ese siglo ya hubo algún escritor digno de mención como Mendele Moijer Sforim pero el más famoso de todos ha sido Isaac Bashevis Singer, Premio Nobel de Literatura en 1978.  Entre 1870 y 1945, el yidis fue un idioma europeo transmigratorio, empleado por aquellos judíos, como el propio Singer, que emigraron al continente americano, pero su vitalidad se mantuvo solo durante algunas décadas, hasta que los emigrantes centroeuropeos se integraron en las nuevas sociedades que los recibieron. Después de 1945, quienes sobrevivieron al Holocausto, en muchos casos también emigraron a América, donde adoptaron las lenguas de los países donde fueron recibidos, si bien en algunos casos preservaron el yidis con nostalgia, como recuerdo de un mundo destruido. En la actualidad el yidis sobrevive entre los grupos judíos más ortodoxos, que aún lo emplean para preservar la "santidad" de la lengua hebrea, a la que solo recurren en sus oraciones y liturgia.  El yidis sigue también vivo gracias a diarios, como The Jewish Daily Forward, periódico publicado en Nueva York desde 1897 que mantiene suplementos –y también versión de Internet– en yidis.

    Existen dos principales ramas dialectales del yidis: yidis occidental y yidis oriental. El yidis occidental se originó en Alemania y se extendió a través de Holanda, Suiza, Alsacia, Checoslovaquia y la parte occidental de Hungría. Lo hablan unas 50.000 personas pero su transmisión intergeneracional en estas zonas originarias es hoy problemática y no puede descartarse su pronta desaparición. El yidis oriental abarca Ucrania, Rumanía, Polonia, la parte oriental de Hungría, Lituania y Bielorrusia y es hablado por millón y medio de personas. El yidis oriental posee el estatus de idioma a nivel educativo: se trata de un lenguaje aún empleado vigorosamente, provisto de estandarización y literatura, sostenido y difundido a través de un sistema educativo institucionalizado, incluso más allá del uso doméstico y comunitario. Tanto el yidis oriental como el yidis occidental son lenguas habladas en Israel, donde posee estatus educativo institucionalizado y forma además parte del acervo cultural del pueblo judío.