MAJ SJÖWALL y PER WAHLÖÖ: 

LOS PADRES DE LA NOVELA NEGRA ESCANDINAVA

M. Sjöwall y P. Wahlöö: Los terroristas, RBA, 2015.        

I.- MARTIN BECK

    Entre los clásicos de la novela policiaca europea destaca desde hace décadas la serie protagonizada por el inspector de la policía de Estocolmo Martin Beck. Se trata de una colección de diez volúmenes publicados por los escritores suecos Maj Sjöwall y Per Wahlöö entre 1965 y 1975, diez novelas en diez años. Precisamente en 1975, a los 48 años, murió Per Wahlöö y su esposa Maj, todavía viva hoy, después de terminar esta última novela no volvió a tocar a sus personajes, dedicándose casi por completo a la traducción.

    La serie Martin Beck comienza con Roseanna y acaba con la obra que más fama ha dado a la pareja, Terroristerna (Los terroristas), a la que vamos a dedicar la segunda parte de este artículo. Si comparamos los primeros planteamientos de la novela negra clásica en Europa, algunos de los cuales hemos tratado ya aquí -Holmes, Poirot, Maigret, e incluso Carvalho, aunque sea posterior a este policía sueco- con el modelo estandarizado de la novela actual -Hole, Jaritos, Rebus o Adamsberg- vemos con claridad cuál ha sido la principal aportación de las novelas de Sjöwall y Wahlöö al género: la vida de comisaría. Aunque aún quede algún detective o policía más o menos autónomo como Montalbano o Quirke, lo normal es que los casos se resuelvan ahora a través de una investigación oficial organizadacon una complejidad mucho mayor del contexto policiaco. El ejemplo clásico de este planteamiento lo hallamos precisamente en la Brigada Nacional de Homicidios de Estocolmo, a cuyo frente se halla el comisario Martin Beck.

    La traslación del argumento al interior de la comisaría implica varias novedades que estos autores suecos explotaron con acierto. En primer lugar, la novela ha de mostrar con verosimilitud y detalle un proceso de investigación real. Un caso resuelto por Poirot no deja de ser un juego intelectual propuesto al lector como un complejo acertijo para el fin de semana: nadie supone que alguien como el detective belga exista en la realidad o que los crímenes se resuelvan así. En cambio, en las novelas de Martin Beck los autores se esforzaron por dar credibilidad al proceso de resolución del crimen de acuerdo con la forma estandarizada de enfrentarse a ellos en la sociedad occidental: la investigación oficial de las fuerzas de seguridad del Estado. Sería ingenuo pensar que en todas las comisarías francesas existe un genio alucinado como Adamsberg o que los expeditivos métodos de Harry Hole son la forma habitual de proceder en las comisarías noruegas, pero no nos resulta difícil imaginarnos a un poli como Jaritos intentando evitar los atascos de Atenas o al propio Beck reuniéndose una y otra vez con sus colegas para repasar los avances en la investigación y plantear los siguientes pasos.

    Por otra parte, y esto puede ser lo que más interesaba a la pareja de comunistas suecos de los 60 creadores del personaje, la pluralidad y cotidianidad de la comisaría les proporcionaban una forma interesante de plantear la visión crítica sobre la sociedad burguesa sueca y los propios mecanismos represivos del Estado que querían poner en cuestión en sus novelas. De este modo, y más allá de que el propio Beck sea un dechado de virtudes cívicas, la crítica social se proyecta desde varias perspectivas. Una de ellas es la selección de los compañeros de oficina del comisario, sobre todo Lennar Kollberg, Gunvald Larsson y Einar Röhn. El primero ofrece una feroz crítica sobre la propia policía sueca, hasta el punto de llegar a abandonar el cuerpo como forma de protesta por sus prácticas violentas. Larsson, por su parte, muestra sus contradicciones de intelectual desclasado, incapaz de acomodarse a la mediocridad de este ambiente burgués y papanatas que caracteriza a Suecia. Röhn, por último, casado con una sami y procedente de la Suecia rural, muestra, a través de sus disfunciones, la dificultad de integrarse en esa sociedad solo supuestamente abierta, progresista y aséptica.

    Otra perspectiva crítica proyectada desde la comisaría se centra en las relaciones con el resto de las instancias administrativas y policiales del Ministerio del Interior. Aquí aparecen, por ejemplo, los deseos de trepar o de protegerse de los mandos y de los políticos, las presiones de estos últimos para que las investigaciones y su resolución se adapten a sus intereses, la incompetencia de buena parte de los miembros del cuerpo… Todo esto va en estas novelas mucho más allá de la simple ironía sobre la falta de capacidad de la policía que hallamos en determinada novela negra anterior. Por último, la propia selección de los casos, como veremos en la novela que comentamos a continuación, es una forma muy eficaz de mostrar las deficiencias de esa sociedad del bienestar de la que tan orgullosa se sentía Suecia y que tanto dejaba que desear para la pareja creadora de Martin Beck.

 

II: TERRORISTERNA

    En la ultima novela de la serie protagonizada por el comisario Martin Beck casi lo menos interesante son los terroristas. Cierto es que su presencia da forma a la narración desde el principio pero en la práctica el “caso” - el crimen y su resolución- solo adquieren importancia en los últimos capítulos y el final, en concreto, puede ser considerado lo menos atractivo de la novela. La presencia de los terroristas en Suecia al acecho de ese senador republicano, futuro Ronald Reagan, es dada por hecho desde el principio sin que llegue a saberse en ningún momento la razón de esa seguridad. Y, sin embargo, los terroristas se presentan a esa cita no concertada y actúan como se espera de ellos. La persecución final, con el resultado imaginable, se limita a una serie de elecciones lúcidas del comisario que nos hacen pensar en la llamativa incompetencia de estos asesinos tan afamados.

    En todo caso, la aparición de estos terroristas internacionales de extrema izquierda enrolados y entrenados para desestabilizar Occidente responde a una de las realidades características de los primeros años 70. Remiten a famosos terroristas revolucionarios como Carlos y a grupos terroristas activos en la época como el Ejército Rojo Japonés, que hacían temblar la estabilidad de las democracias occidentales en plena Guerra Fría. El argumento central de esta novela, por lo tanto, podemos relacionarlo con un estado de crisis general de la sociedad europea pero el desarrollo del argumento se desplaza hacia motivos mucho menos grandilocuentes y más atractivos desde el punto de vista literario.

    El crimen, en realidad, no van a cometerlo los terroristas, neutralizados mediante un curioso artificio utilizado décadas después para evitar males mucho menores. La sorpresa del relato, tanto para el lector como para la propia policía, va a correr a cargo de un personaje secundario, menos relevante pero que, de forma retrospectiva, muestra el verdadero significado de la novela. Da la impresión de que los autores quieren decirnos algo así: no os preocupéis tanto por esa paranoia de los terroristas. A esos tal vez los paréis. Preocupaos más de las pequeñas injusticias que el propio sistema provoca de forma rutinaria. Ahí es donde se incuba un dolor tan profundo e imprevisible que no hay policía que pueda neutralizarlo. El funcionamiento injusto de la sociedad es el verdadero terrorismo.

    No se trata, desde luego, de una moraleja explícita, pero esta reflexión se halla en relación también con las tramas policiacas secundarias, la sátira constante de la burocracia policial, las constantes reflexiones del protagonista acerca de la posibilidad de seguir los pasos de Kollberg o comentarios como este, “Había algún que otro juez progresista, pero esto constituía una rara excepción y la mayor parte de los abogados defensores hacía mucho tiempo que se habían resignado, arrepintiéndose de no haberse dedicado al más lucrativo derecho mercantil”, perteneciente al propio narrador.

    En suma, esta última novela, con la que la muerte prematura de Per Wahlöö puso fin a la serie, muestra las posibilidades y los límites que una estructura policiaca de este tipo ofrecía a unos intelectuales de izquierda suecos para el proyecto de crítica social y regeneración democrática en el que estaban interesados. [E. G.]