W. SZYMBORSKA: LÍRICA PARA EL FINAL DE UNA ÉPOCA

 

    Wisława Szymborska nació en 1923 cerca de Poznan, entonces en el extremo oeste de Polonia, cerca de la frontera con Alemania. A los ocho años se trasladó con su familia a Cracovia, donde se educó en un colegio religioso. Allí vivirá el resto de su vida.

    Acabada la II Guerra Mundial, la futura escritora, que había terminado su bachillerato de forma clandestina, comenzó estudios de Filología Polaca en la Universidad de Cracovia. Al mismo tiempo, desempeñó los más variados empleos pero finalmente hubo de abandonar la carrera antes de tiempo por problemas económicos. Pese a ello, pronto entró a formar parte de los círculos literarios locales, trabajando de ilustradora y secretaria en algunas de las revistas culturales de la época como Vida Literaria. En esta primera etapa de formación sufrió la influencia del gran poeta polaco Czesław Miłosz. En 1945, la escritora contrajo matrimonio con otro poeta, Adam Włodek, de quien pronto se divorció, siendo su relación sentimental más duradera la que mantuvo durante más de 20 años con el también escritor Kornel Kilipowicz.

    Su primer libro, de 1949, no pasó la censura por “no responder a las exigencias socialistas”, a pesar de que en esta primera parte de su carrera Szymborska compartía sin reservas la ideología comunista oficial de posguerra: en 1950 se había afiliado Partido Obrero Unificado Polaco y poco después incluso tomó parte en la campaña de presión contra un grupo de sacerdotes polacos acusados de traición al Estado. Por ello su primera obra, de 1952, Dłatego żyjemy (Por eso vivimos) trata temas los típicos temas socialistas en poemas como “Lenin” o “A la juventud de construye Nowa Huta”, sobre una ciudad industrial cercana a Cracovia edificada conforme a las ideas estalinistas. Con todo, la propia escritora rechazó a posteriori estos textos de juventud por estar demasiado sujetos, a su entender, a los imperativos del realismo socialista.

    A finales de los años 50, Szymborska comenzó a frecuentar ciertos medios disidentes como los de la revista Kultura, editada en París, y abandonó finalmente el partido comunista en 1966. De este modo, si sus primeras obras son de clara inspiración comunista, las siguientes resultan mucho más personales. Wołanie do Yeti (Llamando al yeti, 1957) o Sto pociech (Mil alegrías, 1967) muestran la ampliación de su registro poético, mezclando las consideraciones filosóficas con un humor refinado en la evocación detallada y lúcida de lo cotidiano. De todos modos, se considera que sus mejores obras son Wszelki wypadek (Si acaso) de 1972 y Wielka Liczba (El gran número), de 1976, que supusieron su consagración literaria como la escritora de poesía más leída en su país. Cada uno de sus libros volvió a encontrar, a partir de entonces, el mismo eco, sobre todo, Koniec i Poczatek (Fin y Principio) de 1993.

    En 1996 Szymborskza fue consagrada internacionalmente con el Premio Nobel de literatura, concedido, según la Academia sueca, “por una poesía que, con precisión irónica permite al contexto histórico y biológico manifestarse en fragmentos de verdad humana”. Este reconocimiento permitió dar a conocer en todo el mundo una producción lírica relativamente poco conocida fuera del ámbito germano-polaco. Convertida así en uno de los principales referentes de la poesía europea de finales de la segunda mitad del siglo XX, la escritora murió en Cracovia en el año 2012.

    A lo largo de toda su obra Wisława Szymborska se muestra respetuosa con la tradición clásica europea, prefiriendo la composición de versos armoniosos y medidos a los excesos del lenguaje vanguardista. Su poesía privilegia la parsimonia y la modestia frente a los grandes momentos expresivos. Las citas, las máximas y las expansiones líricas son puestas en cuestión sistemáticamente a través de una forma muy personal de ironía. Sus versos pretenden describir un mundo compuesto de horrores y de sufrimientos con un tono en el que el humor y la elegía se entremezclan.

    La simplicidad aparente del lenguaje de este tipo de poesía esconde una infinidad de lecturas posibles y formula un perpetuo cuestionamiento sobre la relación del hombre con la existencia, la naturaleza y el Universo. Lo banal y lo familiar acaban por hacerse insólitos, es decir, extraordinarios, porque Szymborska considera la realidad cotidiana como un mundo por describir, distorsionar y trascender.

 

PRINCIPALES OBRAS

 

    Llamando al yeti (1957)

    Mil alegrías (1967)

    Si acaso (1972)

    El gran número (1976)

    Fin y Principio (1993)

    Vista con un grano de arena (1996)